Estación Misterio
―¿Hacia dónde va el tren?― preguntó el hombre.
―Misterio―, respondió ella.
Él no sabía si era broma o ella hablaba en
serio, hoy con todo tan revuelto como está no era capaz de descifrar ni
rostros, ni tonos de voz y otras claves que se esconden tras los
barbijos que lleva la gente, esperó un rato en la estación por si venía
alguien a quién poder consultarle, pero al parecer no había mucho
movimiento en aquel lugar, dejó su maleta en el suelo y se sentó sobre
ella, así pudo observar con mayor atención a ese gigante de fierro que
parecía dormido sobre las vías, con el ojo de quién mira sin apuros, se
dio cuenta que al parecer esto era así desde hacía ya un tiempo, pues
empezaban a trepar entre los rieles y las ruedas pequeños pastos y
enredaderas, esta visión lo sobresaltó, pasando mil ideas por su cabeza:
¿podré salir de aquí?, ¿estará malo el tren?, ¿a quién o qué espera
ella?, ¿será algún lugar aquel “Misterio”?.
Miró en búsqueda de su
compañera de estación, seguía ahí, parecía adormilada por esa tibieza de
domingo de finales de abril, con un sol que alcanzaba sus pies y
generaba una atmósfera sin tiempo.
Mayarí Schilling
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