Neltume
(**) "Los fuerinos eran el Pepe, afincado acá en Neltume y Liquiñe, y allá
por Carranco y Paimún estaba el José, que era un compañero de Valdivia que usaba
muletas. Este José, cuando niño, había sufrido una poliomielitis, la pierna
izquierda le había quedado para el carajo y no podía caminar sin muletas. A
pesar de esa limitación se movía con una habilidad increíble por entre los
cerros y bosques. Por esa destreza, y como nuestro humor negro no hace excepciones ni tiene
misericordia, a José lo habíamos bautizado como “el Maestro de los Palos”.
Tiempo después, cuando lo fusilaron en Valdivia, supe que se llamaba Pedro
Purísimo Barría Ordoñez y que tenía 22 años el día que lo mataron”.
(De Carranco a Carrán (Las Tomas que Cambiaron la Historia). José
Manuel Bravo Aguilera. LOM-2012).
Un 11 de Septiembre inolvidable
CUARENTA AÑOS DESPUÉS…
Por estos días se cumplen 40 años del
asesinato de más de 50 compañeros trabajadores integrantes de lo que hasta ese
momento había sido el llamado Complejo Forestal y Maderero Panguipulli. Complejo industrial
resultado de largos años de luchas de los trabajadores y sus familias. Las tomas
de fundos (más de 22) llegaron a comprometer en los mejores momentos alcanzados
por el Complejo a más de 3.600 trabajadores (tanto campesinos como
industriales), abarcando aproximadamente un total de 360 mil hectáreas. Las
tomas de tierras, producto del alto nivel de conciencia y organización de los
trabajadores, empujaron y exigieron al gobierno de la Unidad Popular la
expropiación de las mismas para pasarlas al área social, enorme franja de
territorio que, por lo demás, a su vez había sido arrebatada por las clases
dominantes a sus dueños ancestrales: los pueblos originarios.
Es en este contexto de cosas que se pone en
marcha en los años del gobierno de la Unidad Popular este enorme complejo
maderero y forestal, que tiene por nombre también el de industrial en tanto la
madera en buena parte era la materia prima para producir puertas y ventanas.
La izquierda revolucionaria de la época (el
MIR, MCR, FTR) y sectores de la llamada Izquierda tradicional con representación
entre los trabajadores impulsaban una política de gestión y control obrero del
Complejo y es en medio de tal proceso que sobreviene el golpe cívico-militar de
septiembre de1973.
Con el advenimiento de la dictadura y su
consiguiente cohorte represiva de
envergadura y profundidad feroces en contra del pueblo y sus
organizaciones a lo largo y ancho de todo el país, se lleva a cabo también y
especialmente en la zona de Panguipulli (provincia de Valdivia) y en la
totalidad de los pueblos aledaños (Neltume, Liquiñe, Choshuenco, Chihuío, etc.)
un proceso de ocupación militar sin precedentes y la más brutal oleada de
masacres y asesinatos contra los trabajadores desarmados e indefensos.
Como resultado de esta intervención artera,
típica de las glorias militares de las fuerzas armadas chilenas (léase Escuela
Santa María de Iquique, Ranquil, Pampa Irigoin en Puerto Montt, etc.) caen en
manos de la soldadesca cientos de trabajadores y miembros de sus familias,
también compañeros y compañeras participantes de lo que había sido esa ejemplar
experiencia de luchas y logros materializados en el denominado Complejo Forestal
y Maderero de Panguipulli.
Entre otros, son fusilados luego de
sumarísimos consejos de guerra: José Gregorio Liendo Vera (3 de octubre de 1973,
todos los demás al día siguiente), Pedro Purísimo Barría Ordoñez, Luis Hernán
Pezo Jara, Santiago Segundo García Morales, Víctor Segundo Valeriano Saavedra
Muñoz, Sergio Jaime Bravo Aguilera, Rudemir Saavedra Bahamondes, Enrique del
Carmen Guzmán Soto, Víctor Eugenio Rudolph Reyes, Luis Mario Valenzuela Ferrada,
René José Barrientos Warner y Fernando Krauss Iturra.
A 40 años de estos hechos es imperioso
rescatar esa singular experiencia de lucha popular y profundizar en cada uno de
sus diversos y valiosos aspectos. Tenemos conocimiento al menos de cuatro libros
publicados que intentan ahondar en el desarrollo de estos hechos históricos, los
cuatro bien documentados, exhaustivos y con una capacidad narrativa intensa y
absorbente:
1.- "Chile: Recuerdos de la Guerra:
Valdivia, Neltume, Chihuío, Liquiñe". Codepu-Emisión, Serie: Verdad y Justicia.
Volumen 2. 1991
2.- "Guerrilla en Neltume (Una historia de lucha y
resistencia en el sur chileno)". Comité memoria Neltume. LOM,
2003
3.- "De Carranco a Carrán (Las tomas que cambiaron la
historia". José Manuel Bravo Aguilera. LOM, 2012
4.- "Neltume, El Vuelo Quebrado". Cuentos.
Rubén González. Pentagrama Edi tores. Valdivia, 2003
También se
tiene noticia de la probable realización de un documental de la documentalista
Elena Varela, titulado Los Sueños del
Comandante.
Los hechos
históricos aquí someramente descritos dieron para el resurgimiento (considerando
que el pueblo mapuche muchos años antes había desarrollado esta táctica de
combate) en territorio chileno de lucha guerrillera incipiente, tanto a partir
del mismo 11 de septiembre de 1973 (al replegarse hacia el monte un número de
compañeros con la finalidad de eludir el cerco militar) y posteriormente en
1981.
Se trata
entonces de conmemorar y saludar la memoria de nuestros compañeros caídos en esa
zona de la provincia de Valdivia luchando por la construcción concreta y
palpable de un mundo mejor.
LAS VOCES DE
NELTUME
In Memoriam José Gregorio Liendo
Vera
y, con él, para todos
los compañeros.
¿Has respirado
el aire
de ese pueblo
lejano
situado al pie
de la cordillera
y hacia el
sudeste del mundo?
¿Has escuchado
acaso
el estampido
del silencio
de los montes
rodeando la
belleza de este
pueblo
aparentemente
extraviado
en mitad de la
refriega?
Allí todavía
huele a pólvora
y a
sangre.
Pero también
huele a brecha
abierta
en la nieve
y en el
corazón de la selva.
Y cuentan los
habitantes
de la zona
que por las
noches
a
veces
es posible
escuchar
voces
hacia arriba
en la espesura
de la arboleda.
Voces entre
los alerces milenarios.
Voces gritando
en un susurro.
¿Y sabías que
el agua de los ríos
y el espejear
de los lagos
devuelven una
imagen de cielo
presagiando
la alegre
borrasca del futuro?
Vendrá el
futuro
otra vez a la
comarca.
Un futuro de
voces agitadas.
Vendrá el
silencio otra vez
a anidar en el
paisaje.
Un silencio
sigiloso.
Hasta se podrá
escuchar
el andar entreverado
del “Maestro
de los Palos”(*)
(**)
convocando a
rebelarse
subiendo al
monte del presente.
Vendrá el
silencio otra vez a la comarca.
Un silencio
sigiloso,
unitario,
cuantioso, creciente
echando
abajo
los dominios
del miedo.
¿Has escuchado
acaso,
en medio del
silencio
sagrado
de los montes,
de los ríos y los lagos
las voces de
los caídos
en las
cercanías de Neltume?
Presta
atención.
Calla y
escucha.
Primero
creerás que solo es el paso
del viento
enredándose
entre las ramas.
Luego pensarás
que es la lluvia
cayendo sobre
la inmensidad
del
follaje.
Finalmente no
tendrás duda alguna:
sabrás que son
las voces
de los caídos
en las
cercanías de Neltume
bajando
por la
quebrada del alma.
Patricia y
Renard.
Santiago, 3 de octubre de
2013
(*)
Pedro Purísimo Barría
Ordoñez, conocido como el “Maestro de los Palos”, mirista, originario de
Valdivia, tenía 22 años cuando fue ejecutado. Había sufrido de poliomielitis en
su infancia y tenía la pierna izquierda con una grave secuela (prácticamente
atrofiada) lo que le obligaba a usar dos muletas. Esta discapacidad no le
impedía para nada ser muy activo y entusiasta. Su padre relata:
“Desde
niño fue muy político, porque era muy de avanzada y tenía excelente llegada a la
gente. Todos lo querían. Era empeñoso para todo, ¡para estudiar, para trabajar!
Le gustaba el fútbol, jugaba al arco". Era el quinto de ocho hermanos. Hacía
trabajo político junto a Liendo, Krauss y Barrientos. Había participado en la
toma del fundo Carranco.
El padre
prosigue: “…fui llamado a la fiscalía militar junto a la esposa de Krauss. Nos
notificaron de la sentencia de muerte en contra de mi hijo y la del joven
Fernando Krauss. Yo solicité que me entregaran el cuerpo de mi hijo y el coronel
me dijo que eso era imposible”. “La última vez que vi a mi hijo fue en la
prefectura de carabineros de Beaucheff.” Me reconoció que había participado en
el asalto al retén de Neltume, pero que no había matado a nadie. Cuando lo vi
estaba completamente rapado y muy delgado. Es la última imagen que tengo de él.
Insistí ante el capellán pero éste me dijo que todo estaba finiquitado y que no
había posibilidad alguna de defensa. Me dijo que mi hijo había pedido que me
entregaran su muleta para que yo la quemara. La muleta nunca llegó a mis manos.
No sé qué significado tendría esto para él. Pero esa fue su última
voluntad”. (Pag. 66, Chile. Recuerdos de la Guerra: Valdivia, Neltume,
Chihuío, Liquiñe. CODEPU-EMISIÓN-1991).
Pablito y el Chico Feliciano (Miguel Angel Sandoval y Guillermo Cornejo Campos)
Hablando con Mateo hace unos días, recordando viejos
tiempos y recordando a viejos amigos, me dijo "uno de los grandes
olvidados de nuestra historia, es el chico Feliciano". Me quedó bailando
en la cabeza esa frase. Y quizás por eso decidí escribir estas líneas. Pero
Feliciano no es el único, también estuvo olvidado por mucho tiempo Pablito o el
guatón Pablo como le decíamos en el barrio en aquellos lindos tiempos. La
diferencia es que Pablito volvió a la primera plana a raíz del fallo de la Corte de Apelaciones que no
consideró aplicable la Ley
de Amnistía en el caso de su desaparición física. Digo física, porque Pablito
junto al chico Feliciano y muchos otros amigos y compañeros, seguirán siempre
presentes en nuestros recuerdos. En particular para todos aquellos que fuimos
sus amigos en el barrio San Genaro de Renca. En realidad lo quieran o no, ellos
hacen parte de la historia que tiene que ver con la Comuna de Renca y en particular
con el MIR.
A pesar de haber estado declarado
"desaparecido" por mucho tiempo y a pesar de que los responsables del
régimen militar jamás admitieron su existencia en Villa Grimaldi, Pablito se ha
cobrado una buena mano en las últimas semanas con el fallo de la Corte de Apelaciones que ha
dejado sin aplicación la tristemente famosa Ley de Amnistía de la dictadura de
Pinochet. Y por consecuencia de ello la detención del responsable de muchos
asesinatos, torturas y desapariciones de cientos de compañeros y amigos.
Siempre lo molestábamos con su profesión de sastre.
"Nosotros, la clase obrera, tenemos por derecho propio estar en la
revolución" decía yo por molestarlo.
"nosotros, los estudiantes -decía Feliciano
-siempre hemos estado en la vanguardia de la lucha junto a los
trabajadores",
"pero vos como sastre, ¿qué chuchas estai
haciendo aquí?", le decíamos y nos cagábamos de la risa. Pablito tenía un
carácter super jovial. Humilde y muy respetuoso, y mucho menos palomilla que
nosotros. Además, era un hombre siempre interesado en leer y aprender. Poco nos
duró ese tipo de mofas, que por lo demás no tenían ningún carácter ofensivo ni
despreciativo. Por el contrario era una muestra de nuestra confianza como
amigos. Éramos del mismo barrio y nos conocíamos muy bien.
Feliciano, con su carácter serio y de líder innato,
era como nuestro hermano mayor. A él llegábamos cuando teníamos problemas
personales o cuando nos asaltaban dudas políticas. Un día Pablito, muy serio,
nos cortó en seco nuestras bromas habituales post-reunión. "Saben que más
huevoncitos -nos dijo -desde los anarquistas de la primera época de las luchas
obreras...", como media hora duro la "cháchara" del Pablito. Nos
paseó por la historia del movimiento obrero chileno y sus orígenes. Desde las
mancomunales hasta la constitución de la CUT. Citando a
Recabarren, al trosko Vitale y a otros. Al final solemnemente nos dijo "Y
bueno, ¿tengo o no tengo derecho a estar con ustedes, huevoncitos?" -Pero
claro compadre -respondimos -no te lo tomís tan serio p'o huevón, si sólo eran
bromas p'alegrar el almanaque. Y nos volvimos a cagar de la risa.
Con él siempre había buen humor. Aún en los peores
momentos. Hicimos muchas cosas juntos. Desde las más simples de la vida
cotidiana hasta las más serias como querer cambiar el mundo. Pero nunca dejamos
de ser los "cabros del barrio". De nuestro querido barrio que nos vio
crecer. De los bailes, las pichangas, los amores y los desamores, de nuestra
pobreza material, de la fidelidad de las amistades y de todo lo que la vida nos
enseña en un barrio popular. Junto a ellos pasamos nuestra adolescencia y casi
sin darnos cuentas nos metimos "en cosas de adultos ".
Al Chico Feliciano lo conocía desde la infancia. Nos
criamos juntos en el mismo barrio renquino de San Genaro . De barrio en
realidad no tenía nada todavía, ya que por entonces Renca era "puros
potreros". Él era el mayor de cuatro hermanos. Su padre, don Raúl era un
excelente mecánico de la ETC.
Su madre, la señora Elisa cuidaba de los hijos y de la abuela
que también vivía con ellos. Vivían en una casa de madera construida por ellos
mismos en la entrada de lo que fue la antigua Chacra San Genaro. Un inmenso
terreno que posteriormente fue comprado por la ETC y en la cual vivían algunos de sus
trabajadores. Con el tiempo se formó una cooperativa de construcción y se
levantó la población San Genaro con casas de buena construcción destinadas a
los trabajadores de la ETC. La
casa que les tocó estaba en la calle 2 , frente a la de mis primos. De los
cuatro hermanos el que más se juntaba con nosotros era el Teco, el segundo.
Bueno p'a la pelota, los carretes y la guitarra, era el más fiestero de los
Cornejos. En plena adolescencia tuvo la mala suerte de agarrarse una terrible
infección en la rodilla por la cual tuvieron que amputarle una pierna. Cayó en
una gran depresión que sólo con el amor y el cariño de su familia y amigos pudo
superar. Obviamente no pudo jugar nunca más a la pelota pero sus carácter
siguió siempre igual. El tercero, el Pato siempre andaba "en otra
onda", fanático por la música, excelente guitarrista, adorador de Jimmi
Hendrix. El más chico, Queno, nos observaba desde sus cortos años.
El más serio siempre fue el chico Willy (Feliciano). Le decíamos así por
la costumbre de andar siempre con gafas oscuras. Se acostumbró tanto a ellas
que se transformó en una casi obligada característica personal que sólo
abandonó después del golpe y producto de la represión.
Un día cuando tomaba el bus que me conducía a la
fábrica Hirmas 2 (Texicron) donde yo trabajaba, subió conmigo el chico Willy,
nunca hubiéramos podido imaginar que ese fugaz encuentro cambiaría nuestras
vidas.
-Hola flaco, ¿p'a donde vai?
-P'a la pega pos chico, ¿y tú?
-Voy a la
Facultad me respondió el chico. Tengo una prueba y no sé cómo
me va salir.
-¿Qué estai estudiando chico? -Sociología -me
respondió. ¿Y tú dónde estai trabajando?
-Ahí en la Hirmas. En la fabrica nueva.
-Oye. ¿y cuántos trabajadores hay?
-Como 700, y la mayoría somos todos jóvenes, aparte de
los jefes que vienen de la
Planta Uno.
-Y el sindicato compadre, ¿cómo anda ?
-Ahí no más, no nos inflan mucho; dicen que solo somos
cabros y que no tenemos idea de las cosas sociales.
-Sabís Flaco, podríamos hacer algo en conjunto. Quizás
si nos juntáramos a discutir un poco podríamos ver la forma de hacer algo.
-Bueno, uno de estos días paso p'a tu casa y
conversamos
Y ahí comenzó nuestra segunda historia con el chico
Willy. Mejor dicho con el chico Willy y su familia, ya que siempre tuvimos en
ellos un apoyo sin límites. Nos juntamos en su casa y empezamos a ver qué podíamos
hacer a nivel de la fábrica, y después se nos ocurrió que podíamos tomar
contacto con alguien del MIR para tener una visión más amplia de las cosas que
pasaban en nuestro país.
El chico se las ingenio para hacer una cita con Andrés
Pascal. En esa época Andrés Pascal era un fugitivo de la justicia que junto con
otros compañeros del MIR eran buscados por toda la policía a causa de los
asaltos de bancos de los últimos tiempos; pese a eso, un día Andrés Pascal
llegó a nuestra población, a la casa del chico más exactamente. Ahí estábamos
el Chico Feliciano, Pablito y yo. Nos explicó que los asaltos a bancos no eran
asuntos delictuales sino "expropiaciones al capitalismo" o
"recuperar para el pueblo" lo que los capitalistas nos robaban
diariamente.
Confieso que al principio no "caché" mucho
sus ideas.
-Pero no hay problemas Flaco -me dijo
-yo los voy a dejar conectado con alguien para que les
explique por qué y cómo los capitalistas les roban a ustedes diariamente su
fuerza de trabajo. Y lo que nosotros hacemos no es nada más que
"recuperar" lo que a ustedes les roban diariamente.
Ese alguien fue el rucio James -Patricio Munita-, con
el que compartiríamos tantos y lindos días de nuestra juventud.
Nos gusto el discurso de Andrés; y más aún su imagen
de joven bien educado, honesto de "buena cuna" que se preocupaba de
los más pobres. Era la primera vez que veíamos alguien dedicado a la política
que tenía un discurso de esa naturaleza hacia con nosotros, cabros pobres, de
origen humilde que sólo habíamos visto a "politiqueros de turno"
venir a darnos charlas para juntar votos y después "chao pescao". Una
vez pasadas las elecciones ni siquiera se acordaban de nosotros. Como decían
nuestros viejos.
Esa sencilla reunión que podría aparecer como algo
anecdótico, pasó a ser el acto fundador del MIR en Renca. Los viejos miristas
se acordaran de la importancia que tuvo Renca en el desarrollo del MIR en
Santiago.
Largo sería nombrar a todos aquellos que compartieron
nuestras casas, nuestros humildes hogares, en aquellos tiempos de honestos
sueños e ideales. De aquellos que nos ayudaron, que nos protegieron, que nos
mostraron su entereza, su lealtad y coraje como la señora Elisa y don Raúl. Esa
es parte de otra historia que aún no está escrita. Por ahora estas líneas sólo
tienen el impulso de la emotividad. Del recuerdo que surge al ver el nombre del
Guatón Pablo en todos los titulares de los diarios. De la revancha que se cobra
después de treinta años y que nos hace grandes en el recuerdo de toda esa
juventud que un día nos hizo crecer y creer que un mundo distinto es posible
Flaco Lucho desde Bélgica, marzo 2005
Un 11 de Septiembre inolvidable
Enterados del golpe de
estado en marcha, lo primero que hicimos con mi compañera fue buscar nuestras
armas y reunirnos con los demás miembros de la unidad de nuestra organización en
el punto que habíamos acordado para este tipo de eventualidad, luego capturamos
un par de vehículos y concurrimos raudos a la zona donde debíamos actuar.
En el camino, Alameda
abajo, fuimos sorprendidos por la masiva afluencia de personas que llenaban las
calles laterales corriendo hacia la ancha avenida y marchando a la casa de
gobierno con gritos alusivos a la contingencia. Nos llamó la atención la
participación masiva de sacerdotes y monjas vitoreando consignas libertarias y
antigolpistas, liderando grupos de feligreses que también las coreaban, incluso
nos pareció divisar a algunos purpurados que trataban de ponerse a la cabeza de
la muchedumbre. Pero, sin duda, la participación popular era determinante y
hegemónica, especialmente de mujeres y hombres trabajadores.
En pocos minutos, a
pesar de no ser más de las 8 de la mañana, las calles estaban atestadas de una
multitud vociferante y activa. Todo el mundo caminaba alerta y entusiastamente
hacia el centro de la ciudad, en dirección a La Moneda.
A poco andar se nos hizo
imposible continuar en el vehículo y decidimos seguir a pie, pero antes
escuchamos por radio la declaración del gobierno llamando a defender la
república y la legalidad democrática, además de las informaciones que decían que
en la mayoría de los cuarteles, comisarías, reparticiones militares y
embarcaciones de la escuadra, los suboficiales, tropa y soldados desobedecían
las órdenes de sus mandos golpistas, apresándolos, y premunidos de sus armas
salían a las calles, confraternizaban con las fuerzas civiles de trabajadores,
pobladores, campesinos, estudiantes, mujeres y hombres que concurrían a las
plazas públicas y a las gobernaciones provinciales para manifestar su apoyo al
gobierno, defender el estado republicano y constituir comités de poder popular
con participación de civiles y soldados leales.
Todos los partidos del
conglomerado gobernante llamaban al pueblo a defender activa y masivamente las
conquistas alcanzadas. También las organizaciones de izquierda no partícipes
del gobierno, como la nuestra, convocaban a salir en su defensa de tal manera
de derrotar al golpismo pasando a la ofensiva, sobrepasando la legalidad,
llamando a una asamblea constituyente y profundizando las medidas favorables a
las grandes mayorías del país.
No habíamos avanzado más
de un par de cuadras cuando dimos de bruces con camiones militares atestados de
soldados que, empuñando sus armas, saltaban a la calle sumándose a la
manifestación, y muy pronto también emergieron coches policiales desde los
cuales cientos de efectivos se incorporaban a la muchedumbre.
Inmersos en la multitud alcanzamos
una zona desde donde lográbamos tener una visión clara de la casa de gobierno y
sus alrededores, así como de la inmensa, gigantesca manifestación popular
coreando casi al unísono gritos alusivos a la necesidad de impedir el golpe y tomar
medidas drásticas contra sus instigadores civiles y militares.
Éramos miles y miles,
nunca antes se había asistido a una manifestación tan masiva y definitiva. El
presidente Allende salió al balcón que miraba hacia la Alameda, saludó a la
multitud levantando la mano y, con el timbre metálico de su voz, dijo:
“Compañeras y
compañeros, bajen las banderas para que el pueblo pueda ver a su compañero
presidente…”.
El pueblo reunido
aplaudió, lo vitoreó y se dispuso a guardar un silencio expectante a la espera
de sus palabras, pero en ese preciso instante se escuchó el trueno sordo y
rasante de tres aviones caza rasgando el cielo gris y neblinoso.
Una fina llovizna caía sobre todos nosotros,
empapándonos.
Todas las miradas se
levantaron hacia la amenaza que se aproximaba como un rayo.
Durante un interminable
segundo vimos cómo se acercaban las máquinas mortíferas e iniciaban, en picada,
el ataque contra el edificio símbolo del poder.
Todo el mundo miraba
hacia el cielo y proyectaba su visión sobre los cazas que evolucionaban hacia
la casa gubernamental.
De pronto, el primer
avión se detuvo en el aire, quedó fijo e inmóvil envuelto en esa llovizna
persistente y en el cielo gris; luego, el segundo y el tercero.
La multitud acrecentaba
poco a poco la potencia de su mirar.
Las tres naves fijas, estáticas
en el cielo, lenta, muy lentamente comenzaron a desarmarse pieza a pieza. Cada
lámina de su estructura, cada tuerca y tornillo comenzaron a caer en forma suave
y leve sobre un espacio abierto entre la multitud. Por último, los tres pilotos
descendieron en sendos paracaídas hasta posarse sobre el pasto de la plazoleta
y, no pudiendo resistir la mirada acusadora del pueblo, pusieron pies en
polvorosa en dirección a parajes de arrepentimiento y reflexión.
Al cabo de los hechos,
en medio de un silencio alucinante, una mujer elevó su voz anunciando el
comienzo de una nueva era sobre esa tierra larga y sobre su sufrido pueblo. La
multitud hizo coro y se dispuso a hacer realidad sus mejores sueños.
Es cuando siento el
golpe y el sueño se derrumba.
El golpe viene desde la
culata de un fusil, es mi turno en la parrilla y no terminan de tumbarme sobre
el camastro metálico cuando ya me acercan la picana.
Sé que debo resistir.
Todavía hay mucho por
hacer.
Renard Betancourt M.
CUARENTA AÑOS DESPUÉS…
Tan
caídos pero cayendo y sin terminar nunca
de
caer.
Matías, Feliciano, Diana, Lumi,
Cayendo,
cruzando la línea esa del fuego
la última línea del tiempo
el paso largo
donde la eternidad no desespera
Martín, Catú, Alfonso, Cucho,
Cayendo
yéndose hacia lo otro
empujados por la soldadesca chilena
patriotas de la única patria: el
poder, los poderosos.
Compañeras, compañeros.
han pasado 40 años y es poco lo
conseguido,
prácticamente nada…, uno que otro
ladrillo invisible
Miguel, Bautista, Denrio, Jécar
Cayendo acribillados
en ese tiempo que vuelve y se va y
vuelve
en esa herida que sigue siendo capaz
de traspasar
la niebla
y los trae a ustedes y los deja aquí
mirándonos
suavemente mirándonos
suavemente convocándonos
casi en un susurro
Ustedes nuestros caídos
Compañeras compañeros
Cayendo una y otra vez…
Dagoberto, Malo, José, Ratier,
Edgardo
Coño Aguilar, Bordáz, Chico Pérez,
Compañera, compañero.
¿Y qué hemos hecho nosotros?
Girar en torno de este mundo
como leones enjaulados
hacer uno que otro aspaviento
gritar de vez en cuando
mirarnos en el espejo del pasado
Y sobrevivir…
qué triste
simplemente sobrevivir
Y de pronto intentar
ir hacia los bosques del ayer
y hurgar en la tierra quemada y
arrasada
y dar a veces con el barretín de ese
tiempo ardiente
y desenterrar una que otra arma
oxidada o no
Por ejemplo el arma de la ira
el arma de los sueños
el arma del final de la espera
el arma de la impaciencia
Por ejemplo la fotografía de un
compañero cayendo…
o de una compañera cayendo…
Eso hemos hecho a veces
y tejer una red
o destejer una red
una red invisible
una suerte de telaraña
bien digo
Carlos, Enrique, Gonzalo,
Juana
Pero sobre todo ahora son los jóvenes
otra vez
así como ustedes
jóvenes
jóvenes de manos limpias
Compañeras compañeros
Luciano, Pepe, Fernando, Marcela
Han pasado estos años cuarenta años
volando
y no hemos hecho revolución alguna
En cambio el poder avasalló
y continúa su tarea
y no hemos puesto freno
Claro, no es cuestión de solo querer
frenar el aluvión del capital
Han pasado estos años
cuarenta años
mal digo
Y ustedes han seguido cayendo
una y otra vez
cayendo y cayendo
Cruzando del otro lado
empujados por los héroes de la patria
la soldadesca chilena
y los civiles poderosos
y los civiles también no tan
poderosos
y los serviles sin ningún poder…
Pedro, Juan, María, Helena, compañera
compañero
Cayendo
Pero hay una gota de aliento
eso al menos podemos mostrar
una gota de aliento
un aliento leve al principio
viene del pueblo llano
del pueblo cansado
hastiado sufrido pueblo
vapuleado
pueblo
Y de los jóvenes
viene el aliento tal
Primero solo eso: un aliento.
un aliento similar al aleteo de la
mariposa
Entonces más bien un leve aleteo de
mariposa
aleteo leve que ha adquirido una
cierta constancia
sobre el invierno largo en que nos ha
maniatado
el poder…
Eso sí podemos mostrar
un leve comienzo de algo
no diremos un camino
ni siquiera una brecha
y este aleteo no es un invento
nuestro
no es un invento de nadie en
particular
Se trata sencillamente
de un aliento
El primero
un soplido desde el fondo del alma
Humana
Pero de fondo se escucha a veces
Tarde, casi en la madrugada,
el sonido
grave
duro
intransigente
violento
verdadero
del mañana
donde la verdad desentierra todas las
armas
Compañera compañero
Del mañana en que ustedes no seguirán
cayendo
ni una ni dos ni tantas veces
ni nadie ya caerá
Sino que todo será un alzamiento
Aquí
Allá
Mundial
Llevará aún un tiempo
sin embargo
unos tantos años
quizás décadas
lustros y décadas
O siglos
pero qué es el tiempo
un rodeo
un círculo
Pero entonces ya tenemos algo
concreto
por hacer
sumar nuestro suspiro
nuestro aliento
Pero para entonces
nadie
nadie
estará cayendo
sino el poder y los poderosos.
Digo bien
se escucha
el aliento el aleteo
un suspiro radical del alma humana
buscando su liberación.
Renard Betancourt M.
NARANJOS
EN EL HUERTO DE SU CASA
A la
memoria de Guillermo Cornejo Campos,
conocido
entre nosotros como Chico Feliciano,
camarada
y compañero
No recordaba que en el
patio de la casa de tus padres
en aquellos lejanos años
había naranjales,
pero sí tenía memoria de la
casa misma,
del patio de tierra, de la
vereda rota, de la calle que parecía
llevar en dirección al
único horizonte. Eran otros tiempos
sin embargo.
Ahora la misma calle (Calle
Seis cerca de Arturo Prat en la
comuna de Renca) luce
pavimentada y las casas se ven
pintadas
y bien tenidas, pero el
entorno comunal,
no cabe duda,
ha sufrido el feroz embate
del salvajismo neoliberal…,
sin duda se trata de otro
mundo,
sórdido, miserable,
marginado…
Aquí asistimos a la postura
de una placa conmemorativa
con tu nombre, una placa de
losa que dice:
Y es un sábado 27 de agosto
de 2013
y hay poca concurrencia,
algunas compañeras
y compañeros,
un puñado de vecinos que,
según nos dicen, algunos
temían asistir…,
porque el miedo todavía en
Chile…
Al final somos casi un
ciento.
Y hay algunas palabras para
Feliciano y también
para un compañero vecino
cuyos padres vivían
en la casa de enfrente,
también detenido
desaparecido pero antes, en 1974,
más bien ambos detenidos
hechos desaparecer…,
Ramón Núñez Espinoza… era
su nombre.
No recordaba que en el patio
de la casa de tus padres
en aquellos lejanos años
había naranjales…,
pero ahora sí los hay
y la casa está pintada de
blanco…
pero no están ni tus padres
ni tú…,
tampoco tus hermanos salvo
uno, que se le ve
aquí,
taciturno,
escuchando los breves
discursos donde reseñan
y hacen recuerdos de los
caídos en la lucha…
No es un día de sol, más
bien hay un cielo arrasado
de nubes pero de pronto
éstas son rasgadas
por una ráfaga
de luz y la cara del sol
emerge abrupta
y esplendorosa…
Alguien canta, un muchacho,
y rasguea una guitarra
y su voz nos estremece,
habla de desgarros,
injusticias y combates...
Llega un grupo de jóvenes
desenfadados, alegres,
seguramente simbolizan un
futuro mejor…
Pero ahora, ahora mismo,
sigue habiendo poderosas
razones para luchar,
impostergables razones para
luchar, urgentes razones
para luchar y no es
necesario enunciarlas, cualquiera
se da cuenta,
cualquiera que no esté
atrapado en las redes del poder.
No recordaba que en el
patio de la casa de tus padres
en aquellos lejanos años
había naranjales…
Pero ya se hace tarde, la
desgarradura de la luz entre las nubes
ha sido suturada por una
espesa niebla…
Y a estas alturas lo único
que va quedando claro es
la necesidad de luchar
y la emergencia de volver a
plantearse
la toma del cielo por asalto…,
de otro modo seguiremos
varados de homenaje en homenaje
y de lágrima en lágrima,
cuando precisamente se trata de pasar
de una vez por todas a la
certidumbre de la ofensiva
de los condenados de la
tierra…
No recordaba que en el
patio de la casa de tus padres
en aquellos lejanos años
había naranjales…
Renard Betancourt M.
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