26.8.18

El fantasma de George Washington

Este texto estuvo desaparecido de este Navío, como lo suelen hacer los fantasmas. La razón era muy justificada. Le pedí que participara en el concurso "Concepción en 100 palabras", no obtuvo ningún premio, pero fue seleccionado entre los 100 mejores cuentos de la 6ta versión y salió a circular en papel, lo cual es el sueño de todo texto. Bien por él. Espero que no se haya vuelto muy engreído, porque ahora lo necesito de regreso en su versión digital.
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El fantasma de George Washington
No alcanzó a escuchar el sonido de la bala que lo mató. Ni a emitir el menor gemido. Simplemente cayó desplomado. En cada aniversario de su muerte, un viejo oficial se pasea con el uniforme antiguo, el de la Guerra del Pacífico. Sus pasos no dejan huella, sus pies no tocan el suelo. Nadie se asusta. Hasta los conscriptos saben que se trata del fantasma de George Washington. De tarde en tarde aparece un despistado que pregunta: "¿Qué hace el fantasma de George Washington en Concepción". Y alguien le explica que es el fantasma del coronel George Washington González.
Juan Schilling

22.6.18

Eso, ellos no lo saben


40 lucas me costó la gracia, 40 lucas que salieron enteritas de mi escuálido bolsillo, ante todo porque mi psiquiatra, el muy muy no tenía convenio con mi isapre, la secretaria del muy muy me tranquilizó con un "no se preocupe, su isapre le reembolsará de acuerdo a su plan" y yo que estaba convencido que mi plan debería ser una maravilla con todo lo que me descuentan, entregué mis 2 billetitos anaranjados con una confianza inexcusable y que no me caracteriza. Después, en mi isapre me mandaron a freír monos porque según ellos ya había completado mi cuota de psiquiatría y que el reembolso existía, por supuesto que existía, pero era igual a cero. Un misterio matemático que superaba largamente mis posibilidades de comprensión.
Todo partió con mi blog que es gratuito, aunque me acaba de costar 40 lucas. Reconozco que la culpa fue mía porque se me ocurrió mirar las estadísticas del blog que se mueven con bastante lentitud, pero esperando un milagro de vez en cuando les hecho una mirada.
Las visitas del día eran anormalmente altas: 50 visitas, descontando una que era mía, quedaban 49, lo cual era algo emocionante. Revisé los textos que habían sido leídos y eran todos, cada uno tenía una visita. Miré el mapa de audiencia y un verde muy obscuro señalaba una isla asiática que debía ser Japón, lo cual fue confirmado por el sistema.
Eso significaba que aparte de mi, alguien en Japón se había dado el trabajo de recorrer todo mi Navío de los Locos, hasta las entradas más antiguas, incluyendo algunas que estaban publicadas como borradores, a las cuales se suponía que solo yo tenía acceso. Primero me imaginé que podía ser algún compañero que se había quedado anclado allá tan lejos con el corazón lleno de nostalgia como para bucear en mi blog hasta el último rincón, pero luego me cayó la teja, debía ser algún policía, encargado de monitorear lo que escribo. La otra posibilidad es que se tratase de una inteligencia artificial de algún servicio secreto japonés, lo que lejos de tranquilizarme, me hacía sentir ante un enemigo implacable, un ninja cibernético.
El psiquiatra me explicó que yo no era alguien "tan" importante en el concierto internacional como para preocupar a la policía japonesa o a algún servicio secreto nipón. Ese "tan" quedó rebotando dentro de mi cabeza como si fuera el sonido de una campana, lo que me obligó a dejarle claro que él no estaba calificado para evaluar la importancia de mis textos y, aunque él estuviera en lo cierto acerca de la escasa importancia de mi obra, ese era un hecho completamente desconocido para los nipones y por lo tanto era lógico que monitorearan El Navío de los Locos.
Fui enfático al decirle: "yo sé que mis textos no tienen importancia, pero eso ellos no lo saben"
Como el desacuerdo era total, el muy muy la hizo corta me dijo que tenía estrés laboral y me despachó con una receta de esos remedios marcados con una estrella roja y como ese tipo de receta queda retenido en la farmacia debía volver el próximo mes. Yo lo observaba, haciéndome el distraído y me pude dar cuenta que escribía en mi ficha "episodio de paranoia incipiente"
Me despedí con educación y compostura sin gritarle que era muy muy ni nada, aunque la secretaria del muy muy debe haber visto como me retorcía de la risa mientras esperaba el ascensor.
El muy muy había diagnosticado paranoia incipiente y nunca supo que desde hace 50 años, me detengo ante las más extrañas vitrinas para aprovechar sus cristales como espejos y ver quienes están a mi alrededor, de tanto en tanto me agacho a amarrar mis zapatos que insisten en desamarrarse para permitirme mirar hacia atrás y siempre camino en la dirección del tránsito para que al cruzar la calle la excusa sea perfecta, técnicas de contra chequeo que me han permitido detectar a ciertos hombres muy altos, con gafas obscuras en días nublados y las manos en los bolsillos de sus gabardinas negras...

21.5.18

Cara a cara con Trump


Hacía tiempo que no me pasaba.  No había tenido un mal sueño, más o menos desde que dejé de ver las noticias en la tele, de acuerdo a lo que me recomendó el neurólogo. Él también me prohibió usar la palabra pesadilla, pero así tachada no creo que tenga mucho poder. El discurso empezó con que mencionar las pesadillas predisponía... y ahí me puse a pensar que pesadillas y predisponía empezaban con la letra pe y eso podría tener algún significado, no recuperé la concentración hasta que me recetó unas pastillas palabra que también empieza con esa misma letra lo cual refuerza el supuesto de estar ante algo significativo. En resumen, ahora en lugar de las noticias veo series, hace poco terminé de ver La Casa de Papel y empecé con Lucifer que no tiene la misma calidad, pero sirve para reconocer que la anterior sí era buena.
Anoche, agobiado por el exceso de trabajo y necesitando en forma urgente una dosis de enajenación,  me acosté pensando en mi sueño de juventud, cuando quería ser corresponsal de guerra, y ahora hasta de pensarlo me duelen los huesos, pero igual me gustaría a pesar del infarto, el sobrepeso,  el colesterol, las cataratas... ese debe haber sido el detonador.
En fin, sea por lo que sea, me encontré cara a cara con Trump, en su blanca casa y al parecer como invitado. Me saludó como a Macrón y por un momento temí que me quisiera sacar alguna caspa de mi chaqueta. Yo estaba vestido con mi ropa de siempre, nada de traje, nada especial. Me saludó en español con acento mexicano lo que me causó tanta gracia que casi me rio en su rosada cara, pero logré controlarme y comportarme. En realidad la situación era como para auto pellizcarse y despertar, pero ese no era mi estilo yo no iba a perder la posibilidad de entrevistarlo, si era un mal sueño había que ser valiente y continuar hasta el final sin buscar atajos de salida.
Al hablarme me trataba de señor Chi Ling, así separando mi apellido en sus dos sílabas lo que le daba un sonido oriental. Yo le correspondía tratándolo de señor Trump  haciendo retumbar la "u" como si estuviera imitando a Maduro, por suerte mi anfitrión no notaba nada raro en mi forma de expresarme. El hablaba mucho de nada y yo le seguía la corriente esperando mi oportunidad para hacerlo hablar de algo más útil que pudiera ser publicado por la Agencia Medio a Medio.
Entre tanta nadería surgió una afirmación que me hizo comprender porqué me encontraba en ese lugar hablando con ese personaje. Trump me soltó el rollo de este modo:
                - El FBI, aunque yo no me fio mucho de ellos, me ha confirmado que usted tiene un cierto parentesco con Chi Ling Ping. ¿Qué me puede decir usted de eso?
                Me demoré un poco, lo justo para darme importancia, pero no tanto para que se transparentaran mis pensamientos porque lo que tenía en mi mente es que el caballero estaba chalado. Respondí entonces.
                - No puedo afirmar ni negar dicho parentesco, señor Trump, pero yo mismo en ocasiones digo que los Ping son la rama oriental de mi familia más bien por una corazonada que porque existan antecedentes en ese sentido. Ahora, con lo que usted me dice creo que el FBI ha estado haciendo escuchas indebidas de mis conversaciones.
                - Mira Chi Ling- dijo tuteándome y quitándome el señoreo- Esos del FBI escuchan hasta mis conversaciones más íntimas, así que no me extraña que te espíen a ti, pero no le des importancia a eso por favor. Lo que quiero preguntarte, seas pariente o no del Ping ese, es si el chino es de fiar a o no?
                Aquí me puse cauteloso y le respondí con otra pregunta.
                - Antes de responderle eso cuénteme que movida está tramando en lo internacional, señor Trump? - pregunté sin caer en la trampa de empezarnos a tutear, yo lo iba a señorear todo el rato.
                - Para serte franco, lo internacional me importa un bledo, pero sirve para tener a mis gringuitos preocupados del espectáculo de afuera y nadie proteste aquí dentro, pero lo que te quería ofrecer es que seas mi consultor personal en asuntos orientales, si te interesa. Tus honorarios los depositará la CIA en un paraíso fiscal a tu elección.
                Inmediatamente, pensé que esos honorarios compensarían largamente la ridícula pensión que algún día cercano recibiré de mi AFP y me disponía a aceptar un ofrecimiento que, aunque desconocía su expresión numérica, ésta no podía ser pequeña. Sin embargo, tuve una mala idea, una pésima idea, una preguntona idea.
                - Señor Trump -, hice la pausa necesaria y disparé (metafóricamente por supuesto) - ¿Cree usted que valió las 60 vidas humanas instalar su embajada en Jerusalén. Y una segunda pregunta, si me la permite, porqué fue tan valiente y envió a su hija a la inauguración y no fue usted mismo?
                Sabía que no debía hacer dos preguntas en una porque corría el riesgo que solo me contestara la última, pero nadie podía prever lo que ocurriría: el gentil señor Trump, empezó a sufrir una metamorfosis, que no se ha visto ni en Hulk ni en las películas de hombres-lobo. Primero fue el cambio de color de su rostro que pasó del rosado tipo manzanita a un rojo jaiba cocida muy intenso. Sus ojos empezaron a brillar como sucede en algunas malas fotografías, parecía que tuviera lentes intraoculares fosforescentes que combinaban con el tono jaiba que cubría hasta sus horribles orejas. Abrió sus fauces más grandes que las del lobo de caperucita y yo ingenuamente creí que oiría su respuesta, pero de su garganta solo salió un grito ahogado y espeluznante, agitó fuertemente su cabeza y su peluquín salió de su sitio y dejó a la vista dos incipientes cachos como los del que te dije y se tiró un pedo horroroso que olía a huevos podridos, era ácido sulfídrico químicamente puro. Me empecé a ahogar como en una crisis de asma y pensé que sumaría un nuevo achaque a la larga lista, pero no fue así, afortunadamente desperté, sudando en pleno invierno, pero desperté y una bocanada de aire puro inundó mis pulmones.
...
En la última sesión el neurólogo me dijo: despertar a tiempo es lo más sabio que se puede hacer en un mal sueño. También me recomendó cambiar de serie. Él estaba viendo una muy buena que se llama Merlí.

8.2.18

La duda de Hamlet

To be or not To be
siempre pensé que era
Ser o no Ser
pero ahora tengo una duda
podría ser
Estar o no Estar
en realidad es más que una duda
también podría ser
Estar o no Ser
o
Ser o no Estar