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Biblioteka Negra |
El
protagonista es Heredia, un detective privado que no es ni glamoroso ni
espectacular. No lleva trajes caros ni conduce autos veloces. Conduce un Fiat
600 que pasa gran parte del tiempo en el taller. A veces no hay plata para
retirarlo y se debe quedar ahí más de lo necesario. Heredia es un tipo común,
más bien solitario y que sobrevive como puede resolviendo casos menores, entre
tragos, lecturas y pensamientos en voz baja. Es un personaje que recuerda a los
detectives del noir clásico, pero con el peso de la historia chilena sobre los
hombros. Un tipo que no busca redención, sino apenas un poco de sentido.
El caso
que lo ocupa en esta primera novela arranca con la muerte de una joven
estudiante. Desde ahí, Heredia empieza a tirar del hilo, y lo que parece un
simple hecho policial se transforma en algo más turbio, más profundo. Pero ojo:
aquí no hay acción trepidante ni persecuciones espectaculares. Lo que hay es
atmósfera. Suspenso bien construido. Y una mirada crítica sobre una sociedad
marcada por el silencio, el miedo y la complicidad.
Lo que
hace especial esta novela no es solo el caso en sí, sino la forma en que
Díaz Eterovic construye el ambiente. Santiago no es un telón de fondo, sino
un personaje más: oscuro, triste, lleno de rincones donde se esconde la memoria
y la culpa. Hay desconfianza en el aire, y esa sensación de que todo está
siendo vigilado. Y Heredia, que no es ningún héroe, se arrastra entre las
sombras buscando algo parecido a la verdad.
El
lenguaje es sobrio, contenido, pero con momentos de lirismo. Hay frases que uno
quisiera subrayar, porque retratan con precisión no solo lo que está pasando,
sino lo que se siente vivir en esa ciudad. No es una novela ruidosa, sino de
silencios. De esos silencios que pesan.
La ciudad
está triste marca el
inicio de una larga saga —Heredia volverá muchas veces más—, pero ya en este
primer libro el personaje está completo. Tiene cicatrices, ironía, una ética
propia que no encaja con lo que lo rodea. Y eso lo hace entrañable. No es un
salvador, pero tampoco es indiferente.
Si
alguien me preguntara por qué leer esta novela hoy, le diría que es una buena
historia policial, claro, pero que además es un documento emocional de un
tiempo difícil, contado sin panfleto ni grandilocuencia. Es una novela
sobre la tristeza de una ciudad y la dignidad silenciosa de los que todavía
intentan entenderla.
La tengo en el estante de las novelas con gato de mi Biblioteka Negra, porque en el próximo título de la saga, Heredia empezará a compartir su vida con un gato a quien llamará Simenon y que va a resultar muy metiche. Opina sobre los casos de Heredia, sobre la vida y también sobre la muerte.
¿Qué más se puede pedir?
Sigan
leyendo y nos encontramos la próxima semana.
El capitán
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