9.12.17

Marxista a mi manera



 "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo"


Yo ya no pertenezco a ningún ismo declara fuerte y claro Fito Páez. Me gusta como lo dice o como lo canta como si fuera mordiendo las palabras yo-ya-no-pertenezco-a-ningún-ismo y cuando ya me tiene medio convencido o hipnotizado por la suave cadencia de su música, de pronto me acuerdo de Marx. Entonces dudo. Quiero estar de acuerdo con Fito Páez, pero Marx es Marx.

En realidad tenía bastante olvidado al viejo barbudo, el más grande antifilósofo de todos los tiempos, pero sin saber cómo, mis pasos me llevaron a la Universidad Humbold en Berlín, donde alguna vez Marx fue profesor, y ahí, en letras de bronce, en el hall central en medio de una escalinata que se abría en dos vi la frase que aunque estaba en alemán, idioma que desgraciadamente no hablo para nada, la pude entender clarito.

Ahí en dos líneas, manda a la puta que los parió a todos los filósofos, alemanes o no, y no solo al señor Feuerbach que le sirve de excusa, les dice clarito que se saquen la chaqueta, la corbata, se arremangen la camisa, se metan al torrente, se mojen el potito o se vayan a la cresta con sus interpretaciones del mundo.

Sí hermano Páez, casi me convences, pero me moriré marxista, aunque sea a mi manera, y lo seguiré siendo hasta en la próxima vida.

18.4.17

El rey de los pidenes

Acuarela de Mayarí Schilling
Un pájaro casi azul, en todo caso de un tornasol oscuro, con patas rojas y un pico de tamaño considerable salió con cierta timidez de entre las ramas del pajonal. Yo estaba quieto y silencioso. Apunté y disparé mi cámara. El siguió caminado con indiferencia. Por eso se me ocurrió interpelarlo con cierta dureza.

- Pidén – le dije, ya que el mencionado pájaro era un pidén – ¿porqué andas por ahí sin hacer nada cuando están rellenando tu humedal? ¡Mira! están arrojando toneladas de arena sobre tu propia casa y tu no haces nada.

El pidén se puso a comer unas algas sabrosas como para desmentir mi acusación de que no estaba haciendo nada.

- Sí ya veo que estás comiendo, pero me refiero a que no haces nada por salvar tu casa, por salvarte tu mismo. Me da rabia verte tan resignado.

Mis acusaciones debieron parecerle impertinentes, porque después de pensar un momento me respondió: “Viva el Rey”. Esa fue toda su respuesta, yo quedé esperando algo más, pero eso fue todo.

Su respuesta, bastante críptica, parecía invitar a una discusión más profunda. Así que intenté rebatirle con un verso – Chile, “No ha sido por rey jamás regido ni a extranjero dominio sometido”.

El pidén me miró socarronamente e insistió con su ¡Viva el Rey!, pero esta vez, me sonó muy irónico.

-Bueno – le dije – reclámale a Ercilla si no estás de acuerdo. Pero no nos salgamos del tema pronto estarás con la arena al cuello y será demasiado tarde. Ya no habrá algas ni guarisapos a quienes tirarles un picotazo.

- ¡Viva el Rey! – gritó con fuerza el pidén. Me miró directo a los ojos, desafiante infló su pecho y repitió – ¡Viva el Rey!

El sol de la tarde me encandiló un instante y pude adivinar su corona.

Desde el pajonal surgieron mil voces que repitieron con él: ¡Viva el Rey!, ¡Viva el Rey!, ¡Viva el Rey!
                                                                                        Juan Sin Agua

21.1.17

α y Ω



“la flecha va de la mano al blanco:
no hay mitad de camino”
Julio Cortázar

Dibujo de Edelmira Carrillo
Por fin, la pretenciosa tortuga ha sido puesta en su lugar. Aquiles le gana limpiamente la carrera y eso mismo sucede en todos los desafíos de velocidad entre superhéroes y tortugas, lo cual vale como demostración práctica de que no existe la mitad de camino. La descabellada idea de la existencia de ese punto imaginario, mágico y poderoso es atribuida a la Gran Tortuga que Sostiene al Mundo, quien la ha concebido con el inconfesable propósito de fastidiar a sus eternos rivales los guepardos.