Este espacio está reservado a textos que quieran navegar con nosotros. Las condiciones son:
a) que nadie certifique la cordura de su autor y
b) que el autor además de loco sea generoso y regale el texto a nuestros lectores.
Total la locura no es exclusividad de nadie
El capitán
Radio Clandestina
Todo empezó con un megáfono, una barricada crónica, un montón de
chistes y algunas noticias, pero con tanto chicharreo las noticias parecían
chistes. Alguien trajo unos parlantes, un amplificador y un micrófono. El de
los chistes dijo: "Aquí transmite Radio Clandestina" y quedó
bautizada.
Con la democracia la barricada cayó en desuso y los equipos se
instalaron en una caseta cerca del Campanil. La Clandestina siguió
transmitiendo hasta que una noche vinieron los hombres de negro, desarmaron la
caseta y se llevaron los parlantes, el amplificador y el micrófono.
Una historia juntos I
Salgo al exilio por la
falta de trabajo y los riesgos que corría en Chile después de haber pasado por
una de las cárceles de la dictadura. Fui hecha prisionera el 19 de septiembre
de 1973 en Valdivia, en mi oficina del Servicio Nacional de Salud. Allí, en un
cajón de mi escritorio algún milico me puso un panfleto del FTR en el cual yo
milité. Era dirigente regional de la FENATS, fui sometida a juicio y un Concejo
de Guerra me condenó a 541 días de
presidio, de los cuales 6 meses estuve
en la cárcel de Isla Teja en Valdivia y 6 meses
en la cárcel del Buen Pastor de Temuco.
Mi condición de ex-presa
de la dictadura militar, me llevó hasta Suecia gracias a una amiga, voluntaria
sueca que trabajó en el mismo servicio público. Su presencia en Chile obedecía
a una política de solidaridad internacional del Primer Ministro Olof Palme.
En Suecia me integré
rápidamente a las tareas de solidaridad con mi querido y añorado Chile, que operaba desde el Chile Koommitén y pronto
también estuve participando en las reuniones de los miristas en el exilio. Allí
en ese espacio de trabajo político, un poco perdida sobre lo que haríamos y por
el tremendo golpe emocional que reviste el exilio, conocí a mi compañero de
vida: Juan Neandro Schilling Quezada. Y éste pequeño relato, es un sencillo
homenaje a un hombre bueno, inteligente y amoroso con el cual tuvimos a nuestra
querida Mayarí que vino a decirnos que éramos una familia.
No deseo escribir un
largo relato aunque nuestra historia bien lo merece, pero ya será para otra ocasión.
Por ahora sólo quiero decirles que creo que lo hemos hecho bien, que mantuvimos
la suficiente claridad para apostar por una relación signada por el amor y el
respeto, por el apoyo mutuo y por la libertad
individual, signada además por la
bendita locura de éste periodista que cuando le da por hablar huevadas no
termina nunca, admirador de Cortázar, radialista apasionado que
indefectiblemente nos ha contaminado (a Mayarí y a mí), con su vocación y su
pasión.
Una familia que al
inicio fuimos dos, luego se sumó la alegría maravillosa de tener a nuestra Maya
y en el año 2009, se enriqueció con la presencia de nuestra Lis, que comenzó a
llamarse Lizbeth Salander como la protagonista de aquel inefable libro “Los hombres
que odian a las mujeres”, luego se acortó su nombre a Lizbeth, luego a Lis y
hasta ahí se quedó.
En algún momento
retomaré éste relato que creo que debe completarse a tres voces, al menos.
Edelmira Carrillo
Radio Clandestina
Cosme y los estudios de la legendaria Radio Clandestina |
Mayarí Schilling
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