Narrar la historia oculta y ocultar la narrada.
Los grandes témpanos al sufrir la disminución por derretimiento de la parte sumergida pueden volcarse en forma espectacular. El hielo blanco se sumerge y surge un hielo azul de apariencia mucho más cristalina. Imitar ese fenómeno es lo que me propongo en este juego narrativo.
La fiebre del oro
Se levantó al alba, fue a la cascada y se bañó prolijamente, luego vistió la túnica blanca y volvió al campamento. Todos lo miraron sorprendidos y lo siguieron mirando y sorprendiéndose cuando se internó en el charco de lodo hasta que empezó a ensuciar el ruedo de su extraña vestimenta. Se arrodilló, metió las manos en el barro y las retiró lentamente con una descomunal pepita de oro. Los buscadores de oro desfilaron por su choza y cada uno pudo tocar la roca dorada.
El sueño dorado
Sabía que existía la pepita de oro gigante y sabía exactamente cuanto pesaba, porque lo había soñado hace muchos años y sabía, pero lo había olvidado, el nombre con el cual sería bautizada. Los sueños son así tienen una parte que uno no puede recordar, pero que sabe que es importante.
La noche anterior volvió a soñar con ella, veía con claridad el lugar donde podría encontrarla, se veía a si mismo con la túnica blanca que llevaba en su mochila para convertirla en vendas si alguien lo necesitaba. Sólo al final había una parte que había olvidado.
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